Publicado el 28 enero, 2022 por Salvador
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Perder la virginidad con una prostituta

Hay muchos momentos claves en nuestra vida que pueden llegar a marcarnos por completo, tanto física como sobre todo emocionalmente. Algunos de ellos ni siquiera los recordamos, porque ocurren a una edad tan temprana que no somos conscientes de su importancia. Aprender a andar, decir nuestra primera palabra, empezar a leer… Estamos abriéndonos al mundo en esos primeros años, y lo disfrutamos normalmente como un juego. Pero la vida siempre va por etapas, y cada una tiene su función. El aprendizaje, en realidad, no para nunca, aunque muchos se llenen de falsa experiencia cuando son adultos y crean que lo saben todo. La etapa de la adolescencia también suele ser crucial porque es la que empieza a marcar nuestro carácter, la que nos guía para el resto de nuestra vida, por el camino que escojamos. Las primeras salidas, los primeros amigos más adultos, la revolución hormonal… Son momentos decisivos y a veces también muy complejos.

Pero sin duda, uno de los mayores puntos de inflexión que tiene la vida de cualquier persona es la pérdida de la virginidad. No tanto por el momento en sí, que no suele ser tan espectacular como nos lo pintan, sino más bien por lo que supone para nuestro futuro. Es abrirnos a un nuevo universo en el que el sexo lo puede marcar todo, de una forma u otra. Es una manera de tener una relación tremendamente íntima con otra persona, conociéndola profundamente, al menos en lo físico, mientras nosotros también nos conocemos mejor. Si bien esa primera experiencia no suele ser la mejor, sirve para quitarnos un peso de encima y poder encarar con seguridad el resto de encuentros sexuales a partir de ese momento. Un paso que hay que saber dar a tiempo, para aprovechar nuestra plenitud sexual y hacer del placer carnal algo realmente especial. La mayoría tienen su primera relación sexual cuando todavía son menores, con otros chicos y chicas de su misma generación. Sin embargo, todavía sigue siendo habitual el llevar a un chico todavía virgen a tener su primer encuentro con una prostituta, cuando cumple los 18.

Un momento crucial para cualquier chico

Aunque en estos tiempos modernos se abogue por la paridad y la igualdad absoluta, todos sabemos que hay ciertos detalles que son muy diferentes para los chicos y las chicas. Para un hombre, perder la virginidad es un paso importante, imprescindible para poder considerarse como tal. Y cuanto antes se de, mejor. La virilidad se marca también en estos términos, en cuantas veces lo has hecho, con cuántas chicas has estado. El placer queda relegado a un segundo plano. Se debe disfrutar, por supuesto, pero por encima de todo, se debe lograr llegar a ese punto de la relación en el que nos dejamos llevar por el vicio con otra chica. Es una carga que muchos adolescentes llevan, hasta que se la quitan de encima. Algunos con chicas de su entorno, y otros con profesionales que les ofrecen una experiencia aun más inolvidable.

Mejor con una profesional del sexo

Y es que este tipo de cosas, si se ponen en manos de profesionales, suelen salir mucho mejor. Por más que queramos ir de adelantados por la vida, de muy machos, la primera relación sexual será todo un engorro para cualquier hombre. Sobre todo si somos jóvenes y todavía no tenemos tanta información, o la que tenemos nos llega solo a través del porno. Hay que saber separar realidad de ficción, y entender que nuestro encuentro no va a ser como en esas escenas explícitas. Si no tenemos experiencia, y la chica con la que estamos tampoco, todo será mucho más confuso y desconcertante de lo que esperamos. Pero por suerte, también está la opción de acudir a una trabajadora sexual, que calme nuestros nervios y nos sepa guiar por el camino correcto.

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Las profesionales suelen tener varios encuentros al día, e incluso hay muchas que son expertas en principiantes y novatos. Suelen ser especialmente dulces y cariñosas con ellos, siempre con la intención de que se sientan a gusto y cómodos. Esto es muy importante para afrontar el momento de la verdad con esa tranquilidad que nos hará disfrutar mucho más. Si en lugar de tener a una chica poco experimentada e igual de nerviosa que nosotros perdemos la virginidad con toda una maestra del placer, la cosa será muy diferente. Por eso suele ser tan buena opción acudir a este tipo de profesionales, sin que eso signifique que solo hemos podido entregarnos al placer pagando. Es más bien una decisión práctica.

Una experiencia inolvidable

Aunque las comparaciones puedan ser odiosas muchas veces, lo de perder la virginidad con una escort profesional es igual que aprender a conducir con un Ferrari. Puede llegar a ser abrumador al principio, pero en este caso, la ventaja es que la chica se adaptará a nosotros. Claro que no podrá sacar todo su arsenal de pasiones y vicios con un simple novato, pero irá poco a poco mostrándonos todo lo que podemos disfrutar. Para una primera vez, lo importante es relajarnos y olvidarnos de nuestras dudas y miedos. Dejar que todo fluya, para que la situación sea mucho más excitante y divertida. Y eso es algo que estas chicas hacen de maravilla.

Perder la virginidad es una experiencia inolvidable para cualquiera, tanto chicos como chicas, sea cual sea la edad o las circunstancias que rodeen el acto. Lo que sí es cierto es que hacerlo con una prostituta puede marcarnos aun más, porque será subir el listón desde el principio. A la hora de estar con una chica cualquiera, después de haber probado ese vicio, a muchos les cuesta adaptarse. Pero sin embargo, en la parte positiva está toda esa experiencia que han ido recogiendo gracias a sus encuentros con profesionales. Así, el chico puede sorprender mucho a su compañera de cama, con cosas que seguramente los otros hombres desconozcan, si no han probado el placer con una profesional. Este tipo de circunstancias, como ves, también tienen sus ventajas.

Muchos hombres lo hicieron así

Tal vez a las nuevas generaciones esto les pueda parecer algo bastante loco, o incluso innecesario, con todas las opciones que se tienen hoy en día para gozar del sexo. Sin embargo, perder la virginidad con una prostituta es casi como un cliché que viene desde tiempos inmemoriales. La liberación sexual de las últimas décadas ha permitido que esa primera experiencia se expanda mucho más, pero antes, cuando un hombre quería disfrutar del sexo, debía estar casado. De otra manera, se consideraba mancillar a la mujer y a su honra. Esperar hasta el matrimonio podía ser demasiado para muchos, así que acudían a los servicios de una prostituta, para tener sexo sin compromiso alguno. Y no estamos hablando de hace siglos, sino de tan solo unas décadas atrás. Los propios padres llevaban a veces a sus hijos a disfrutar de su primera experiencia sexual con una prostituta, algo que hoy en día nos parecía una locura.